martes, 1 de enero de 2013

EL AVE REIDORA DE AUTRALIA

Según un estudio que realizó hace tiempo un ornitólogo, la “risa” de esta ave parece estar conectada con el sistema territorial que existe entre los cucaburras. Estos ocupan territorios determinados, en una zona que como promedio es de 1,2 hectáreas por ave. Así, una “familia” de seis aves puede controlar unas 7,3 hectáreas. Los límites de estos territorios se establecen cada año antes de comenzar la crianza.

Como se ve, la “risa” de los cucaburras ciertamente es un aspecto serio de la vida, parte del sistema de advertencia que estos pájaros usan para indicar a otros que han invadido territorio ocupado. Y la advertencia vocal se fortalece por medio de patrones de vuelo que usan estas aves al patrullar los límites de su territorio.
Un modo de vida familiar
La vida familiar también es un asunto serio entre los cucaburras. Les gusta hacer huecos en un árbol para construir nidos, y cada año usan los mismos huecos. Se ha visto que cuando el cucaburra hace el hueco para preparar un nuevo nido se lanza desde una rama cercana, dirige su corto y vigoroso pico hacia un montículo hecho por termitas y gradualmente hace el hueco del tamaño adecuado. Depositan directamente en el suelo del nido tres o cuatro huevos diminutos, de color blanco perlado. Los huevos se ponen en días sucesivos, y, después de un período de incubación de aproximadamente 26 días, los polluelos salen en días sucesivos.
Las investigaciones han revelado un arreglo de vida familiar poco común. Aunque las parejas de aves que están permanentemente apareadas generalmente ocupan un territorio particular, en algunos territorios hay otras aves que no están criando. Estas reciben el nombre de “auxiliares.” Se esperaría que al comenzar el tiempo en que se ponen los huevos las auxiliares se marcharan para establecer sus propios territorios. Sin embargo, en vez de marcharse, estas aves de hecho comparten junto con las aves padres la tarea de empollar los huevos, y también de alimentar y proteger a los polluelos. En algunos casos se halló a cuatro aves muy ocupadas en dar ayuda tan cuidadosa a los padres como si los polluelos fueran de ellas. Si una de las aves padres pierde la vida en un accidente o muere, entonces una ave auxiliar asume el papel de padre o madre. Algunas aves auxiliares han permanecido en un territorio por cuatro años antes de establecer los suyos propios. Tanto los padres como las aves auxiliares se benefician de este sistema de vida “familiar.” Los padres porque pueden dedicar más tiempo a su propio bienestar; las aves auxiliares porque aprenden a defender un territorio y también adquieren experiencia en cuanto a criar una familia.
Entre los cucaburras existe un estricto sistema de castas en el cual los miembros de las familias, tanto las aves padres como las auxiliares, conocen y exhiben el lugar que ocupan en el patrón social. A este respecto se ha observado una forma de comportamiento no violento, ligeramente agresivo. Puede que dos aves se agarren ansiosamente por el pico y luchen y se tuerzan como si estuvieran “pulseando.” Las hembras compiten solo con las hembras y los machos con los machos. Las aves padres siempre ganan en estas pruebas de fortaleza, y los mayores entre las aves auxiliares son las siguientes en la jerarquía de autoridad. Las aves más jóvenes están en el nivel más bajo de la escala. Tienen que esperar hasta que haya un nuevo grupo de pichones novatos listos para presentarse antes de mejorar su posición social.

Alimento y supervivencia

Aunque el cucaburra hace un sonido que remeda la risa, para él el salvaguardar la zona donde tiene su alimento es un asunto serio. La dieta del cucaburra consiste de lagartos, insectos, avecillas pequeñas en sus nidos y los huevos de éstas, roedores, cangrejos de río o langostinos, ranas, serpientes y otros animales de esa índole. Puesto que no posee las garras o el pico encorvado del halcón y otros animales de rapiña, el cucaburra depende de los vigorosos músculos de su cuello para matar y disponer de la presa.
Sin embargo, el cucaburra mismo es vulnerable a las aves de rapiña. Para protegerse posee un color natural que le sirve de camuflaje. Además, cuando un halcón u otra ave merodeadora vuela sobre él, el cucaburra se queda inmóvil, pone el pico en dirección al ave de rapiña y hace que todo su cuerpo gire mientras va siguiendo con la vista el vuelo del ave enemiga hasta que ésta desaparece. A esa táctica de defensa se le llama la “pose de la rama,” pues, a la vista del ave que vuela, el cucaburra luce como una rama.
Sin embargo, lo que hace que el cucaburra sea popular es su “risa.” Desde luego, no todo el mundo aprecia esto. Después de todo, no todas las personas aprecian los relojes despertadores. Y, ¿cómo pudieran ser amigables con esta ave las personas cuyo estanque de pececillos de colores ha sufrido un ataque del cucaburra, o cuyos pollos o patitos han sido devorados? O, ¿quién disfruta de los golpes que da esta criatura emplumada en el cristal de la ventana temprano en la mañana... como recordatorio de que le den algo para el desayuno? Porque el cucaburra es un sujeto descarado.
Sin embargo, a pesar de este lado oscuro de la reputación del cucaburra, quizás nos recuerde algo a nosotros los humanos. Aunque el cucaburra no tiene un sentido del humor (pues de esta agradable característica solo se ha dotado al género humano), el ave sí nos recuerda que debemos desplegar nuestro sentido del humor y reírnos de vez en cuando.

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